jueves, 3 de mayo de 2012

Emprendimiento en tiempo de crisis

(Serie: Relatos de la crisis vivida en primera persona)

Por: Laura Portilla

“Soy feliz porque lo que hago es algo bueno”

Hace una década que vivo en España, un ciclo que viene a significar para mí una escuela de enseñanza de vida. Y, como todos los que salimos en un momento determinado, una experiencia rica, pero no en cifras con ceros a la derecha, ni cuentas de ahorro o bienes. No creo en el concepto de éxito que comúnmente se entiende, donde solo el factor dinero es el que reconoce a una persona exitosa, emprendedora, ganadora y que ha logrado destacar sobre todos los demás, sino lo que sientes con el emprendimiento.

“No hay peor gestión que la que no se hace”, ésta frase la tengo impresa en mi consciente e inconsciente, así que vivo intentando con cada idea que se me cruza por la mente, y, como la tenacidad es una de mis habilidades natas, también llevo dándome de narices más veces de las que me gustaría….. En tiempos de crisis el pensamiento y creatividad se agudizan y formulas y formas por paliar las dificultades, en éste caso: “prioridades”. No faltan.

Cuando había más fuentes de trabajo, “recuerdo” me quejaba de trabajar tanto y de no tener tiempo ni para pensar, entonces; lo que hacía, era disfrutar gastando el dinero que ganaba, comprando más de lo que necesitaba y relajándome en las tiendas y supermercados, regodeándome y pensando en cosas como: “Que si la marca no me convence”, “Que si vale
más, por algo bueno será”, “Que si el colesterol”, “Que si el corrector de ojeras” etc. , etc.…. y aprovechaba de cada exceso y acceso que me daba el dinero, dinero por el que corría sin descanso todo el mes.

Llegó un momento en que, me puse a reflexionar y me pregunté si estaba haciendo lo que me gustaba y me respondí con un enorme NO. Solo estaba dando vueltas en un tío vivo de rutina, como una mota de algodón dentro de un ventilador conectado, dejándome llevar y llevando en mis hombros compromisos nunca aceptados por mí misma. Así que me despedí de mi último trabajo (12 horas diarias) y me busqué uno de 20 horas a la semana, claro con la tercera parte de paga….de lo que anteriormente ganaba….y….¡tuve tiempo para pensar!, dormir a gusto, ir a los almacenes de todo a cien y comprar solo lo necesario y de hacer lo que más me gusta:

Emprender en algo que tenía en mente: O sea, trabajar para mí mismo. ¿Y eso, como se hace me preguntarán?, ¡sencillo! Yo soy mi jefa: Así que me exijo, todo lo que puedo darme a mí misma. Yo misma me pago: Todo lo que creo necesito, y, Yo misma trabajo: En principio como jefa, obrera, creadora, jefa de recursos y contadora etc.., Bueno…. debo confesar: que eso no es faena sencilla, pero, tampoco es complicada si te pones a pensar, si eso tiene que ver con tus exigencias y la filosofía de vida que tengas…

El emprendimiento es muy importante, el éxito de él, también, pero también es importante aprender despacio pero seguro. No por desear tener éxito cabe desbocarnos en empresas que por más que nos gusten, sabemos que no nos darán grandes logros económicos y que no nos harán millonarios. No todo en las empresas en las que nos embarcamos tienen que relacionarse directamente con capitales jugosos y ganancias sustanciosas. Porque entonces podemos caer en el riesgo de correr desaforados tras la fortuna y resulta que la fortuna la mayoría de veces es un espejismo que nos han vendido los anuncios consumistas de éste siglo
y sufrimos por la lucha constante de conseguirlo y lo que conseguimos es llenarnos de canas azules, verdes y arruguitas de stress y una soberana gastritis.

He aprendido en ésta década de lucha y emprendimientos varios, a visualizar el verdadero éxito, por lo menos como yo lo concibo y me creo una mujer emprendedora hasta más no poder en tiempos de crisis y con un relativo éxito que me hace más o menos feliz, porque mentiría si os digo que ya he conseguido todo lo que yo quiero, porque eso significaría que
ya no seguiré dándome las narices contra los obstáculos y aprendiendo a ser emprendedora o con una empresa ya constituida…… y quien sabe; jalándome los pelos, o corriendo como loca tras de la bolsa…

Por el momento, sigo con el proyecto: “Jarina”, hago mis talleres de artesanía ecológica con la gente que quiere aprender, expongo mi arte en los sitios que me dejan y comparto cultura a través de la poesía y arte con las personas que saben disfrutar del tiempo en tiempos de crisis, aunque eso no suponga “ganancias sustanciosas” por ahora.

Alguien por ahí me dijo que si soy una mujer emprendedora y exitosa y le conteste, que SI, como todas las que nos encontramos aquí y exitosa depende del concepto que se tenga de éxito, según el diccionario: “ es el resultado feliz o muy bueno de algo”, entonces sí, porque sé que aparte de desarrollar mis potencialidades, contribuyo con el desarrollo sostenible, y el respeto al medio ambiente y eso es algo bueno y me hace feliz.

Bendita crisis


(Serie: Relatos de la crisis vivida en primera persona)

Autora:  Lessy Jakiwara Grández.

“Sobresaliente cum laudem” resonó en mis oídos en el salón de grados de aquel día de marzo, invierno en Madrid…. ¡no me lo podía creer!… tantos años de luchas, de esfuerzos, de dudas, de marchas y contramarchas… y ahí estaban junto a mí para celebrar ese momento sublime dos de las personas más queridas por mí: mi amado esposo y mi amiga Maricarmen: incondicionalidad total, amistad verdadera, cariño puro.

¡Bendita crisis! pensé, si ella no deja en paro a mi esposo y permite que un tiempo pueda dedicarse al cuidado de nuestro niño, no puedo tener la dedicación final que requiere realizar un trabajo de esta envergadura pese a que ya tenía muchos años de trabajo inicial y pocas esperanzas de culminar este proceso por la falta de tiempo …

Las dos semanas siguientes estuve en “Babia”, no me podía creer que ya fuera doctora: La Dra. Jakiwara… un sueño que mi padre tuvo; pero él quería que fuera médica. En realidad nunca se me cruzó por la cabeza elegir esa noble profesión de aliviar y salvar vidas humanas porque ver la sangre y el dolor físico humano se me hace muy difícil; pero igual soy doctora como mi padre deseaba; soy Doctora en Ciencias de la Información y nada menos que por la Universidad Complutense de Madrid, como soñé cuando terminé mi carrera universitaria como Licenciada en Sociología en la lejana Lima.

Tantos recuerdos se agolparon en mí… la búsqueda infructuosa de becas en Perú, pero tenía el empuje de la juventud para seguir en la lucha, seguir buscando, creyendo; y cuando menos lo esperaba se abrió una puerta con la ayuda de Dios: me encontré a mi amigo Felipe en el Consulado de España, que se iba a Madrid como sacerdote y me dijo que si podía me ayudaría para ir a estudiar a España como era mi deseo. Pasó el tiempo y al cabo de unos años y muchas experiencias poco agradables en el mundo académico de mi país, aterricé en Madrid y tiempo después empecé a estudiar el doctorado. ¡Qué época tan feliz¡ Un país nuevo por descubrir, nuevos amigos que me abrieron las puertas de su casa, de su vida y de su corazón: Maricarmen, Gloria, y toda la gente de la Comunidad Neocatecumenal de la Iglesia de San Leopoldo de Madrid, y muchas otras personas. Un país lleno de alegría, con seguridad ciudadana, tranquilidad, dedicación total al estudio: exposiciones, trabajos, compañeros de estudios y profesores expertos, siempre dispuestos a ayudarte.

Tantos recuerdos….tantas alegrías….tantos esfuerzos….tantas marchas y contramarchas….cuánta satisfacción había dentro de mí, no solamente por haber cerrado un círculo y terminar una etapa para empezar otra sino porque en realidad el resultado era el fruto de un trabajo largo, duro, difícil pero sumamente gratificante; poder contribuir con tu granito de arena a mejorar las cosas desde tu perspectiva, es algo que no tiene precio. En un principio fue un trabajo solitario y arduo y sin embargo cuánta gente estuvo detrás luego: no podría nombrar a todos porque son muchos….

La celebración final del resultado fue transnacional: mi familia en el Perú ha saltado de alegría, mis amigos aquí me dieron la ¡Enhorabuena¡ de corazón , ¡a celebrar se ha dicho que bien merece el esfuerzo¡, mis amigos y compañeros de universidad en Perú igualmente celebraron conmigo esta alegría, porque la alegría compartida se multiplica por dos o por tres o por más …¡quién sabe¡ sólo sé que es hermoso poder compartir alegrías y penas porque las alegrías se multiplican y las penas se dividen y parece que el mundo es un lugar más feliz, por lo menos por un momento; finalmente parece que hay en el mundo más gente buena y generosa, capaz de compartir tus alegrías que gente mala, que obstruye y hasta destruye con la finalidad de ponerse en el lugar que no les corresponde por mérito propio.

Pasado el alboroto, pensé que las crisis son grandes oportunidades disfrazadas que hay que saber aprovecharlas para sacar lo mejor de uno mismo y que si se trabaja con decisión y confianza, con esperanza y amor todo llegará… sé que llegará un trabajo en el que pueda aportar lo que he aprendido, esa es mi esperanza y la esperanza es lo último que muere… de momento mi investigación sobre jóvenes y recepción televisiva en Lima va a ayudar a concienciar a la población sobre la importancia que tiene la televisión entre la juventud: en el uso de su tiempo libre y de la necesidad de hacer un trabajo para que los jóvenes desarrollen una actitud más crítica con respecto a lo que ven en la llamada “pantalla chica”… por el momento no puedo pedir más, pero soñar no cuesta nada y si ponemos de nuestra parte muchas veces nuestros sueños se convierten en realidad ….Un brindis con amor por esa magia.

domingo, 29 de abril de 2012

Si la vida te da limones…

(Serie: Relatos de la crisis vivida en primera persona)

Por: Gaby Ríos

Siempre fui muy determinada para conseguir mis metas, incluso hice realidad el famoso sueño americano cuando me fui a vivir a Estados Unidos y ahora haciendo retrospectiva fue tan fácil que pensé que si un inmigrante lograba triunfar en el país más competitivo del mundo, entonces lo podía hacer en España.  Así que en un momento de ingenuidad en esa búsqueda constante de retos, decidí cruzar el charco creyendo que podía hacer realidad otro sueño profesional sin imaginarme que se convertiría más bien en una pesadilla.

No trabajo ni en lo más mínimo relacionado con mis estudios, a pesar de mis años de experiencia y de haber sido la mejor de mi clase, no tengo horario ni sueldo fijo y aunque mis honorarios siguen bajando, mis obligaciones fiscales siguen en aumento. Como autónoma no tengo derecho al paro, ni mucho menos a resfriarme porque eso significa un día menos de pago. Pero es lo que hay, así que llevo ya varios años haciendo de limones una limonada como dice el dicho.   

Y luego viene la crisis, palabra que me tiene ya harta como si no fuera suficiente haberla escuchado toda mi vida, porque en países como en donde yo nací la crisis no es pasajera, sino constante así que uno aprende a sortearla desde muy joven.  Pero aquí los pone a todos nerviosos y las situaciones que esto ocasiona siempre te borran la sonrisa. Un simple retraso de autobús puede ser una chispa que enciende los ánimos ya caldeados de la gente y siempre terminan siendo los inmigrantes los que tienen la culpa de todo lo que pasa en este país.  Pues que me hago ciudadana española a ver si  así me ven distinto, pero no, para todos sigo siendo “la mexicana”.  Lo único diferente es que ahora tengo un documento nacional de identidad que realmente no me ayuda en nada porque el trabajo esta escaso para todos y no hay plazas suficientes en las guarderías públicas, ni para niños españoles como el caso de mi hijo ya nacido aquí.

Así que los sueños profesionales quedan atrás para despertar a la realidad de que ahora tienes que trabajar sí o sí para que la mitad de tu sueldo se vaya en pagar la guardería y la otra mitad en alquiler. Porque por supuesto que tampoco mi condición de nueva ciudadana española me da la seguridad que me pide un banco para poder proveer a mi hijo de una necesidad tan básica como es una vivienda digna y estable.

 Y luego a la frustración hay que añadirle el sentimiento de culpa porque al menos soy una entre 5 millones y debería sentirme afortunada de que al menos tengo limones, pero tanta limonada te amarga y te corroe la autoestima, así que empiezas a estudiar otras posibilidades.  Te entran las dudas y te preguntas constantemente qué estás haciendo aquí, te sientes olvidada por la familia que dejaste en tu país y ajena al lugar donde vives. Para muchos el retorno es una opción, pero yo ya eche raíces y arrancarlas es un proceso igual de doloroso, así que no queda de otra que seguirle haciendo frente a las dificultades volviendo a la universidad a estudiar una carrera completamente diferente y esperando que la vida esta vez en lugar de limones me de tequila y sal.