Autora:
Rosario González
Nacionalidad: Boliviana
Licenciada en Preparación y Evaluación de Proyectos
*Serie: Relatos sobre inmigración cualificada y
mujeres profesionales extranjeras
Al salir del país
de origen pensamos que al otro lado del Atlántico nos espera una suerte de
oportunidades para desarrollarnos como personas, además de generar recursos
para nuestras familias.
Esta es una
historia real, casi novelada, con algunas pinceladas de ironía, humor y gracia;
trucos muy sutiles que solemos inventarnos las mujeres inmigrantes para
sobrellevar la melancolía de estar tan lejos, pero tan lejos de nuestra tierra,
de nuestros hijos y de nuestras familias.
Esta es la
historia de Rosa: llegó a Madrid en un caluroso julio cuando, el sol parece que
nunca tiene sueño y los días son tan largos y brillantes como las ilusiones de
llegar a un nuevo país en busca de retos y metas. Lo que Rosa no sabía es que
es muy diferente llegar a un sitio de turista a vivir como una trabajadora,
pero estaba dispuesta a romper cualquier barrera para lograr sus objetivos,
integrarse al viejo mundo europeo y ser
parte activa del aparato productivo de este país y de esta sociedad.
Cuando Rosa
atravesó la puerta de la agencia de empleo doméstico tuvo que guardar el título
bajo el brazo y en vez de hacer gala de sus estudios y profesión tuvo que sacar
a relucir, sus aptitudes personales, cordialidad, paciencia, un poco de
psicología y también mucho conocimiento sobre limpieza y cocina. Esto le
abriría las puertas para generar su micro economía que además de permitirle una
vida digna podía dar el sustento a su familia en la distancia.
Rosa no lo pensó
dos veces, cualquier sitio de España, cualquier trabajo para mujer (limpieza,
cocina, cuidado de niños, cuidado de ancianos), después de tantos años de
estudios universitarios, después de tantos seminarios y cursillos de
especialización, tuvo que optar por la fregona y la plancha, además aceptar la
nueva realidad, que en la casa no tuviera un nombre, era la “chica”, la chica del servicio.
Sin embargo estaba
optimista y contenta, la gente, por la calle era cordial y considerada, por
ejemplo si pregunta una dirección que no conoce, se encuentra con personas
amables que le indican con lujo de detalles, le preguntan de qué país es, pero
siempre dando por sentado que trabaja de “interna o externa”.
Rosa vive en
España hace 5 años, tres de los cuales se dedicó a una familia con un niñito
discapacitado, el trabajo era bueno, el niño de 5 años, con un mal desconocido
y sin diagnóstico era encantador, no hablaba, no caminaba, apenas saltaba como
un sapito, era sumamente inquieto y travieso además de no tener conciencia de
los peligros, había que tener mucho cuidado con él, mucha paciencia a la hora
de comer, de bañarlo, pero Rosa lo entendía muy bien había mucha interacción
entre los dos. El niño discapacitado sabía muy bien quien le tenía cariño.
Dos años pasaron
muy de prisa y la familia, a petición de Rosa, decidió hacerle “los papeles”.
Meses más tarde cuando finalmente Rosa se encontró “legalizada” en España vivió
un cambio radical en la familia del niñito, sucedían y se le exigían cosas
fuera del sentido común como por ejemplo: echarle la bronca a las 12 de la
noche, después de que Rosa había estado con los niños desde el desayuno hasta
la cena, incluyendo hacer los deberes con la hermanita, bajar a la piscina con
ambos niños, comer con ellos, sacarlos de paseo y haber estado todo el día
dedicada a sus hijitos.
¿Es normal que de
pronto un día le digan que tiene que cuidar a dos vecinitas que vienen de
visita a la piscina del condominio? Rosa es una persona muy responsable, sabe
que tres niñas traviesas e inquietas en una piscina es un riesgo para todas,
para ellas, para Rosa y para las irresponsables madres que se fueron de
rebajas. En fin, las condiciones cambiaron mucho a partir de los dichosos
“papeles”. Rosa decepcionada se marchó a Madrid en busca de mejor destino.
Madrid es una
ciudad con mucha diversidad cultural,
una actividad imparable en todos los aspectos, en Madrid hay cabida para todos
los genios e ingenios, es una ciudad que atrapa, atrae, genera ilusiones,
imaginación, arte… pero al mismo tiempo no deja de ser una capital con todos los
problemas de ciudad cosmopolita, donde juega un papel importante el tema de la
inmigración.
¿Cuántos
compatriotas de Rosa han tenido que pasar por el CIES?, ¿cuántos que tienen
carta de expulsión, caminan las calles temerosos?, hay polis por todas partes
civiles y uniformados, da igual que sea de día o de noche, les encanta hacer
batidas en los locutorios a altas horas de la noche, con la diferencia horaria
con Sudamérica la mejor hora para comunicarse es a partir de las 10 de la
noche, y la gente se enfrenta a la satisfacción de tener noticias de la familia,
pero al mismo tiempo al temor de ser pillado por la poli por algo tan sencillo
como echar de menos a la familia.
Para los
inmigrantes la vida en Madrid es mucho más dura, las empleadoras son más
exigentes y mecanizadas, piensan que las “chicas” del empleo doméstico son
robots, inagotables, sin sentimientos, sin necesidades emocionales. Dar un
contrato de trabajo o pagar la seguridad social, como es su obligación, cada
vez se ve menos, son los mismos inmigrantes quienes se la tienen que pagar.
Durante este
último año Rosa ha tenido experiencia con ancianos de España, un drama en todas
sus formas. Los ancianos y ancianas de este país están bastante abandonados,
los familiares bastante aburridos, tienen dos alternativas antes del abandono
total, la residencia o la atención por parte de un inmigrante.
Por esas andaduras
de la vida Rosa llegó a un pequeño y perdido barrio de Vallecas, para su
sorpresa la mayoría de sus habitantes eran mayores de 80 años, a modo de
pinceladas contaremos que Rosa además de tener que aceptar unas condiciones
económicas y de trabajo bastante desfavorables, ha pasado por experiencias
desesperantes especialmente cuando la anciana, en su demencia senil, se pone
agresiva, se niega a comer, dormir, o tomar los medicamentos y Rosa, como muchas
otras mujeres en su misma condición, debe rebuscar en su bagaje psicológico
alguna herramienta convincente para aplicar con sutileza a la viejita amargada
y aburrida de vivir, porque si de algo se da cuenta la anciana, es del
poquísimo afecto que le tienen sus hijos y allegados, unas visitas formales y muy de vez en cuando
son suficiente tiempo dedicado a las personas mayores.
El trabajo
atendiendo personas, ya sean estas ancianas o niños dignifica, es cierto, ¿pero
las condiciones son dignas? Trabajos de interna con horarios interminables,
incluidos los festivos, pagas insuficientes y donde para colmo, si te sales de
esas reglas te prefieren fuera, porque para ese puesto habrá más inmigrantes
desesperadas que aceptaran esas condiciones.
Las ilusiones cada
vez se parecen más a un callejón sin salida, algunas de las habilidades
adquiridas durante esta experiencia en España, podrían ser: experta en productos
de limpieza, y en fregonas y experiencia en
trabajos mal pagados y poco reconocidos. ¿Volver? Es la gran pregunta
que muchas de las mujeres como Rosa se hacen con frecuencia, volver con las
ilusiones rotas, sin dinero, sin futuro, sin un plan de vida, Rosa no es una
jovencita, ya tiene 50 años. Sin embargo, en este último año muchos inmigrantes
han optado por volver.
En febrero
presentó la solicitud de arraigo, después de seis meses el resultado es “no
favorable”, Rosa no sabe por qué, la carta aun no ha llegado, mientras tanto no
puede hacer nada, pero tiene que sobrevivir, generar ingresos.
En Bolivia Los
hijos de Rosa cada mes necesitan el dinero que ella les envía para continuar
con sus estudios.
Prácticamente todo
un año pendiente del trámite en extranjería para intentar conseguir el permiso
de trabajo que al final no llega.
Rosa actualmente
es una mujer inmigrante, trabajadora y generadora de empleo en la economía
sumergida en riesgo de exclusión social, busca trabajo doméstico, podría estar
dispuesta a aceptar todas las condiciones: sueldo bajo, sin derecho a salidas,
sin medias pagas, sin seguridad social y con las siguientes cualidades: mucha
cordialidad, paciencia, buena cocinera, excelente en limpieza y plancha sin
cesar hasta la medianoche si es preciso.
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