Autora: Rosario Gonzales S.
Nacionalidad: Boliviana
Licenciada en Preparación y
Evaluación de Proyectos
*Serie: Relatos sobre inmigración
cualificada y mujeres profesionales extranjeras
Y me quedé sin trabajo…., no puedo decir que me voy al paro porque en el
trabajo doméstico no existe este beneficio por más que haya cotizado a la
Seguridad Social, solamente los ejecutivos y profesionales pueden gozar de este
derecho, pero si yo soy profesional!!!
Este es un buen momento para reflexionar: Hace 5 o 6 años que estoy en
aquí, en España, ha pasado mucho tiempo y muy rápido.
Decidí salir de mi país por la crisis política e inestabilidad
económica. Viaje a España en el año 2000 ya que era fácil trabajar como
empleada doméstico, cuidar niños y ancianos. Había dejado a mi familia y mis
hijos pequeños, pero por lo menos tenía la tranquilidad de poder cubrir sus
necesidades de vivienda, colegio y alimentación.
Bien valía la pena estar lejos, trabajar, conocer otras realidades y
estar en Europa con la esperanza de poder encontrar otras oportunidades
de trabajo y desarrollarme profesionalmente.
Con los primeros ingresos una era cautelosa, se enviaba lo
necesario para poder ahorrar; pero cada vez era más difícil hacerlo
porque mis hijos adolescentes querían el Ipod, tele color digital, celular
último modelo y toda la tecnología que enloquece a los adolescentes, además de
los zapatos de marca, buena ropa, ¡¡cómo no mimarlos con esas cosas!! .
De mamá sacrificada pasé a ser mamá cómprame esto o aquello, mamá falta plata,
mamá proveedora para cubrir las ansias de consumo de la familia.
Con la crisis en Europa comenzó una etapa muy diferente para los
inmigrantes, trabajos escaso, y si algo se encontraba era por semanas,
sin medias pagas ni seguridad social, además de bajos sueldos. ¿Valía la pena
seguir aquí?,¿ tan lejos?, ¿tan sola? Aunque también era cierto que en todas
partes una se encuentra con personas muy solidarias.
En pocos meses se acabaron los ahorros, vivía prácticamente del favor y
cariño de mis compañeros de piso. En ningún momento me hicieron sentir como un
estorbo, pero esa situación no podía ser sostenible en el tiempo, tenía que
encontrar soluciones.
Cada vez que hablaba por teléfono con mi familia sentía la calidez y el
apoyo para regresar, era una opción... pero tenía que seguir intentándolo, allá
el trabajo también escaseaba, aunque tendría la oportunidad de trabajar en lo
que me gustaba. Realmente me sentía agotada de esta situación, tanto esfuerzo
para estar medianamente bien y me preguntaba, ¿qué pasará a largo plazo?, mis
hijos todavía estudiaban.
Por fin la decisión, voy a regresar a mi país… ya sé que no es fácil,
tengo la sensación del fracaso, sin embargo lo intenté, las personas que me han
visto, saben que de verdad lo intenté, me esforcé, nada de turismo, ni grandes
paseos, a lo más un día en el verano por el parque del Retiro para escuchar
buena música, este disfrute ni siquiera costaba dinero, era necesario
también alimentar el espíritu.
Algunos de mis compatriotas pensaban ir a otros países, Alemania, o tal
vez Suiza y continuar con el peregrinaje en busca de ¿qué?
Simplemente trabajos, al mismo estilo de siempre, trabajos sin expectativas de
desarrollo profesional o personal, un bien tan preciado, un derecho, algo
natural, pero un lujo difícil de conseguir no solo para los extraños sino
también para los propios españoles.
Largas horas de conversaciones filosóficas para entender este proceso
tan cruel y tan duro, ¿qué hacer en situaciones como esta?
Tengo que partir, la lucha continúa, aquí o allá, una no para de buscar
nuevas oportunidades. Aquí, como ya lo he dicho antes, no hay expectativas de
crecer personalmente. Allá no tendré el dinero que puedo ganar aquí, en caso de
que encontrara un trabajo, pero llevaré una vida normal.
Ahora estoy en casita, me siento contenta, ha pasado un año, no ha sido
fácil pero siento que he tenido suerte, nada más llegar comencé a trabajar
gracias a un amigo que estaba a cargo de un proyecto, por fin otra vez haciendo
funcionar las neuronas, nada de largas y aburridas jornadas interminables
haciendo prácticamente nada, solamente acompañando a una anciana que andaba
perdida entre lo que fue y ya no sabe quién es, perdida en sus fantasías que
intentaba compartirlas conmigo, le seguía la corriente a cuanta historia
se le venía a la cabeza, algunas muy interesantes como por ejemplo del
hijo que nunca tuvo, tal vez lo anhelaba, el alzhéimer le permitía tener esas
fantasías. Es triste, para ella y para la persona que la cuidaba, los
días se hacían tediosos y melancólicos. Pensaba, cuando se acabe este trabajo,
la opción era otro similar y en peores condiciones, no valía la pena
seguir así.
Estoy feliz de estar en mi tierra, cada día comparto con mis seres
queridos, la economía familiar es estrecha pero tenemos una inmensa alegría de
estar reunidos, paseamos, conversamos, he recuperado el status perdido, al
principio de la aventura migratoria no interesa pero a medida que pasan los
años es algo que también se anhela.
El retorno es una opción válida!!!
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