(Serie: Relatos de la crisis vivida en primera persona)
Por: Gaby Ríos
Siempre fui muy determinada para conseguir mis
metas, incluso hice realidad el famoso sueño americano cuando me fui a vivir a
Estados Unidos y ahora haciendo retrospectiva fue tan fácil que pensé que si un
inmigrante lograba triunfar en el país más competitivo del mundo, entonces lo
podía hacer en España. Así que en un
momento de ingenuidad en esa búsqueda constante de retos, decidí cruzar el
charco creyendo que podía hacer realidad otro sueño profesional sin imaginarme
que se convertiría más bien en una pesadilla.
No trabajo ni en lo más mínimo relacionado con
mis estudios, a pesar de mis años de experiencia y de haber sido la mejor de mi
clase, no tengo horario ni sueldo fijo y aunque mis honorarios siguen bajando,
mis obligaciones fiscales siguen en aumento. Como autónoma no tengo derecho al
paro, ni mucho menos a resfriarme porque eso significa un día menos de pago.
Pero es lo que hay, así que llevo ya varios años haciendo de limones una limonada
como dice el dicho.
Y luego viene la crisis, palabra que me tiene ya
harta como si no fuera suficiente haberla escuchado toda mi vida, porque en países
como en donde yo nací la crisis no es pasajera, sino constante así que uno
aprende a sortearla desde muy joven. Pero
aquí los pone a todos nerviosos y las situaciones que esto ocasiona siempre te
borran la sonrisa. Un simple retraso de autobús puede ser una chispa que
enciende los ánimos ya caldeados de la gente y siempre terminan siendo los
inmigrantes los que tienen la culpa de todo lo que pasa en este país. Pues que me hago ciudadana española a ver
si así me ven distinto, pero no, para
todos sigo siendo “la mexicana”. Lo
único diferente es que ahora tengo un documento nacional de identidad que
realmente no me ayuda en nada porque el trabajo esta escaso para todos y no hay
plazas suficientes en las guarderías públicas, ni para niños españoles como el
caso de mi hijo ya nacido aquí.
Así que los sueños profesionales quedan atrás
para despertar a la realidad de que ahora tienes que trabajar sí o sí para que
la mitad de tu sueldo se vaya en pagar la guardería y la otra mitad en alquiler.
Porque por supuesto que tampoco mi condición de nueva ciudadana española me da
la seguridad que me pide un banco para poder proveer a mi hijo de una necesidad
tan básica como es una vivienda digna y estable.
Y
luego a la frustración hay que añadirle el sentimiento de culpa porque al menos
soy una entre 5 millones y debería sentirme afortunada de que al menos tengo
limones, pero tanta limonada te amarga y te corroe la autoestima, así que
empiezas a estudiar otras posibilidades.
Te entran las dudas y te preguntas constantemente qué estás haciendo
aquí, te sientes olvidada por la familia que dejaste en tu país y ajena al
lugar donde vives. Para muchos el retorno es una opción, pero yo ya eche raíces
y arrancarlas es un proceso igual de doloroso, así que no queda de otra que
seguirle haciendo frente a las dificultades volviendo a la universidad a
estudiar una carrera completamente diferente y esperando que la vida esta vez
en lugar de limones me de tequila y sal.
Mi queria GABA! Tu Nunca has ago dejada!te admiro mas que Nunca con este es fueron que Estas haciendo para Ayudar a Otras mujeres como tu. Te quiero muco y me siento super orgullosa de conocerte.
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